Entre mate y mate, vuelve a escucharse el concepto de que la comunicación es un derecho. «Cuando me dijeron que iban a poner una radio, les dije que estaban en pedo.» Pablo Martínez habla y mira a Julia Merediz y a Martín Iglesias, dos de los impulsores de Radio Ahijúna, y recuerda, entre risas, aquel augurio que les dirigió, que no fue impedimento para que él mismo se sumara para materializar ese sueño colectivo de comunicar. Este año, esta radio cooperativa del sur del Conurbano, pensada para la participación del oyente, cumplirá una década al aire. No ha sido sencillo. Para seguir adelante debieron soportar un vendaval, literalmente.
Fue esa situación adversa la que les demostró a los cooperativistas cuán comprometida estaba su audiencia con la emisora. El tornado del 4 de abril de 2012 destrozó la torre de transmisión de Ahijúna. Había que volver a ponerla en pie. Pero eso significaba un alto costo económico. Fue así como los miembros de la Cooperativa La Usina de Ideas idearon la campaña Un Diego Para La Torre, con la ayuda del ex futbolista Diego Latorre como figura principal de la movida solidaria, que generó una contribución de $ 10 de más de 2500 vecinos y oyentes, y que permitió, a finales de ese año, que la FM 94.7 regresara al dial. «Fue fuerte ver que la torre pudo levantarse con el aporte de la gente. Eso nos comprometió a redoblar la apuesta», dice Julia, sonriente, más de un año después de la reinstalación de la antena.
Integrada por gente «del palo» de la comunicación, el arte, la educación y la cultura, Ahijúna, cuyo sugestivo eslogan es «bien de acá», busca «hacer un medio de comunicación profesional y conservar una parte importante de la programación para afianzar una identidad», detalla Martín. «Queríamos competir con los medios comerciales, pero con otro discurso y desde la comunicación comunitaria.»
La radio está conformada por 12 cooperativistas que, gracias a las colaboraciones, se transforman en más de un centenar de personas que la ponen al aire siguiendo los objetivos que la caracterizan: producción propia, mucha onda y la generación de puestos de trabajo. Se escucha en Quilmes, Berazategui, Florencio Varela y en parte de Avellaneda, pero por Internet, transmite para todo el mundo, desde el estudio montado en la Biblioteca y Complejo Cultural Mariano Moreno, de Bernal.
De hecho, antes de empezar a emitir, en 2004, Ahijúna fue un centro cultural que desde dos años antes proponía diversas actividades con el nombre de La Usina: «generador cultural», cerca del centro de Quilmes. «Convocamos al barrio a participar de nuestras actividades y con el tiempo la gente se apropió del lugar. Entonces, la ecuación que decantó fue: el centro cultural necesita una radio», reconstruye Martín.
Recuerda Martín que el primer transmisor lo pagaron con patacones, a principios de 2002, en plena crisis, mucho antes de que pudieran salir al aire. La actual Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual era poco menos que una utopía entonces, y «como estrategia política, violábamos la ley a propósito», reconoce. Aunque la ley no permitía a los actores sin fines de lucro tener licencias, la idea de Ahijúna fue salir para darse a conocer. Luego, se allanó el camino, y en 2006, una resolución del Comfer habilitó a más de 120 medios hasta allí considerados «truchos», entre ellos Ahijúna, a funcionar.
Hoy, pasada la tormenta, todo cambió. En septiembre del año pasado, la AFSCA convocó al primer Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA), orientado al fortalecimiento de producciones audiovisuales, radios y canales sin fines de lucro, y entre los proyectos radiofónicos seleccionados estuvo el de Radio Ahijúna. «Nuestra propuesta fue para renovar equipamiento y tecnología, e incorporar más horas en vivo», se alegra Martín.
Además de su programación, Ahijúna brinda talleres para chicos y cursos de formación profesional. Desde 2009, la cooperativa tiene un convenio con la Universidad Nacional de Quilmes, a la que presta sus instalaciones para que los alumnos realicen salidas al aire, en vivo. «Este es el primer convenio formal entre una universidad y una radio comunitaria. En general, los hacen con medios comerciales», se enorgullecen los cooperativistas. En cuanto a la capacitación, desde 2010, Ahijúna funciona como anexo del Centro de Formación Profesional 414, de La Plata, que depende de la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense: se dictan allí dos cursos gratuitos, uno de locución y oratoria, y otro de producción radiofónica.
«La comunicación es un derecho», repite Julia como un rezo, «y dar cursos de formación profesional radiofónica significa una revalorización de la radio, que es una herramienta de la cual hay que apropiarse. Pero hay que tener determinados conocimientos para que eso que queremos decir sea bueno y llegue», sostiene Julia. «Es que no nos conformamos sólo con la propiedad del medio», completa Martín, «hay que pensar en tener incidencia social y preocuparse por el que está del otro lado, dándole contenidos y calidad, que es el mayor respeto que podemos tener por el oyente». (Tiempo Argentino)